Queridas amigas y amigos de Wengo:
Muchos y muchas de vosotros/as ya me conocéis. Fui de las primeras videntes de Wengo, en aquéllos tiempos éramos 4 gatos. Es muy difícil para mí hablar de mis experiencias para que todas vosotras/os aprendáis a superar, como yo he hecho, un terrible suceso que ha cambiado mi vida para siempre así como la forma de verla y llevarla adelante.
Siempre fui vidente (no necesitaba echar las cartas, ni mirar mi bola, ni las runas), bastaba con mirar a la persona o rozar su piel o tocar su brazo, su mano, para ver pasado, presente y futuro de quién fuese.
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Pero, por supuesto, tenía que trabajar y primero trabajé en el Banco Exterior de España durante casi 20 años. Estuve en Madrid, en la Carrera San Jerónimo, aquella tarde haciendo horas extras, durante la toma de las Cortes por parte de Tejero. Después tuve 2 negocios: un Bar-Restaurante y una tienda de animales y complementos y entre el uno y la otra, fui Comercial de CEAC, de MC Inmobiliarias y de Seguros Ocaso, que fue donde sufrí una embolia cerebral en el año 2007.
¿Cómo empezó todo? Durante un año fui únicamente comercial, al cabo del cual, mi Jefe me “”propuso”” hacer el “Plan Carrera de Ocaso”. Estuve muchos meses yendo y viniendo de Palma a Barcelona donde nos llevaban a un hotel de la costa y allí nos mantenían encerrados durante una semana de cada mes, sin opción ni siquiera a dar un paseo nocturno cuando ya habíamos acabado hasta de cenar todos juntos. Todos/as aquellos/as que se atrevieron a hacerlo fueron expulsados inmediatamente, no sólo del “Plan Carrera” sino también de su trabajo en Ocaso. Cuando volvía a Palma, tenía que trabajar no sólo el doble, sino el triple, porque si, normalmente, el día 23 de cada mes teníamos que presentar por ejemplo 25 pólizas vendidas, mi obligación por hacer el dichoso “Plan”, era vender el doble con una semana menos de trabajo. Eso me obligaba a no dormir y prácticamente ni comer para buscar más y más clientes. Llegó un momento en que mi peso bajó a 45 Kg. Y el simple olor a comida ya me provocaba vómitos y salía lo que no había.
Un día que regresé de Barcelona, me dirigí directamente a mi oficina y entré en el despacho de mi jefe dispuesta a dimitir de dicho “Plan”. No me dio tiempo a empezar la conversación. En pleno invierno, le pedí a mi jefe que pusiese el aire acondicionado a tope de frío, hasta él tuvo que salir del despacho. De repente, todo se borró de mi vista, todo era blanco, negro...no podía ver nada con nitidez. Cuando pude ver algo y, sin decirle nada a nadie, salí de la oficina y no sé cómo, me encontré en casa de mi madre donde me tumbé en el sofá y pasé el resto de la tarde en un sueño muy profundo del que le costó mucho a mi madre despertarme.
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Aquí empezó mi lucha del día a día. Gracias a Dios no acabó mi vida en ese momento, pero sí una lucha titánica en la que, aparte de tener que tomar un montón de medicinas ya para toda la vida, nadie me ayudó en lo más mínimo a recuperarme, ni logopedas, ni psicólogos, ni mis seres más allegados.
Comenzar de nuevo
Vivía en pleno campo, y a pesar de eso estuve un mes sin poder traspasar el quicio de la puerta. Tenía mis perros/as fuera de casa, mis gatitos y mis pájaros en una gran pajarera y aún así, el pánico que me entraba cuándo intentaba salir por la puerta de la casa vencía el gran amor que tengo por mis animales. Tuve que pedir ayuda a un vecino para que se cuidase de darles de comer y beber a todos ellos/ellas mientras durase ese pánico. Dejé de hablar, dejé de escribir, no me acordaba de cómo hacerlo. El habla la he ido recuperando, aunque en ocasiones todavía me cuesta, gracias a mis continuas charlas con todas mis mascotas y la escritura. Eso fue otra cosa.
Durante un año estuve escribiendo un Diario en el que cada día ponía lo que hacía y lo que no hacía, por dos motivos, volver a aprender a escribir y acordarme de lo que hacía cada día, como la comida, para no repetirla cada día o si había dado de comer a mis mascotas, para no volver a dársela otra vez 10 veces cada día. Cuándo me atreví a coger el coche iba de casa al pueblo y viceversa, pero la primera vez que tuve que bajar a Palma me perdí completamente. Aparecía al otro lado de la Isla y de allí al lado contrario. No era capaz de llegar ni a Palma ni a mi casa. Así pasé un día completo hasta que, no sé cómo, conseguí llegar a mi casa de una vez. Nadie se puede ni imaginar la angustia, rabia y lágrimas que pude llegar a pasar aquel día.
Empecé a buscar y leer todos los temas relacionados con lo que me pasaba: había perdido mi memoria inmediata. Recordaba hechos y sitios de 20 años atrás, pero no conseguía recordar lo más reciente, el habla, la escritura, el mapa de mi Isla que tantas y tantas veces había recorrido. Poco a poco fui cogiendo el coche y recorriendo la Isla otra vez hasta que mi cerebro de repente se abrió y recordó todo de nuevo. Cuando aparcaba el coche, fuese en un Parking o en la calle, tardaba horas en encontrarlo. Todo lo que hacía, inmediatamente se me olvidaba.
Han pasado muchos años ya de aquellos primeros y más terribles momentos. Sigo trabajando para Wengo gracias a su comprensión para conmigo. Algunas y algunos de vosotros habréis pensado alguna vez cuando me habéis hecho 1 consulta, que mi forma de hablar extraña era debida al alcohol. Nada más lejos. Siempre os atenderé con todo mi corazón y mi alma y, por supuesto, sabiendo lo que os digo y os aconsejo en cada momento. Recibid un gran abrazo de Luz con todo mi corazón.
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