El amor ha sido estudiado en sus muy diferentes y variadas facetas, interesando tanto a científicos como a profanos. Su estudio, se ha realizado, a lo largo de la historia, con más profundidad desde otros campos diferentes a la psicología, al considerarse que su estudio no podía ser tratado dentro del método científico. El amor hasta bien entrado el siglo XX se dejó en manos de otras disciplinas y ciencias afines como la filosofía o la literatura. A pesar de ello, su interés científico está aumentando, abriéndose un espacio de forma lenta y progresiva en la investigación psicológica, teniendo ya un lugar en el amplio campo de investigación en la psicología de la emoción.
Estudios sobre el amor
A partir de los años setenta, su interés aumenta como tema de investigación, pudiéndose comprobar por el número creciente de artículos y libros (Sternberg, 1999, 2000; Gottman, 2000; Branden, 2000; Fisher, 2000). Dicho interés, lo podemos ver igualmente en nuestro país, en el que va creciendo el número de trabajos e investigaciones (Sangrador, J. L., 1993, Serrano y Carreño, 1993, 1995; Yela, 1996, 1997, 1998).
En la búsqueda bibliográfica de los útimos años han aparecido considerable de modelos y propuestas teóricas que nos describen los diferentes componentes del amor, expresando el deseo de búsqueda de una teoría, que explique los procesos relativos a esta emoción. Desde los enfoques clínicos clásicos (Freud, 1921; Reik, 1946), la clasificaciones de tipologías amorosas (Lee, 1976, 1977), los componentes del amor (Sternberg, 1986, 1997, 1999), los estudios de diferentes aspectos del amor (Sternberg y Grajet, 1984, Sternberg y Barnes, 1985), estudios transculturales sobre estrategias sexuales (Buss,1996), preferencias en la elección de compañero (Buss, 1986), numerosos estudios para la medida del amor (Rubin, 1970; Sternberg, 1987; Hendrick y Hendrick, 1986; Critelli, 1979; Hatfield y Sprecher, 1986; Hazan y Shaver, 1987), ideales en las relaciones íntimas (Flecher, Simpson, Thomas y Giles, 1999). Se observa así un amplio número de estudios, aunque sin mantener una línea o teoría unificada.
A pesar de lo anteriormente expuesto, actualmente se observa un cierto acuerdo generalizado, de seguir en la línea establecida por Elaine Hatfield y William Walster (1978), en la que se estudia el amor desde dos puntos de vista: el amor romántico o pasional y el amor de compañerismo.
El amor de compañerismo, a veces llamado “amor verdadero” o “amor conyugal”, es una menos intensa emoción secundaria, que combina sentimientos de unión profunda y afecto amistoso (Carlson y Hatfield, 1991). Hatfield y Walster definen el amor de compañerismo como “el afecto que nosotros sentimos por aquellos con quien nuestras vidas se entrelazan profundamente” (1978, p.9).
El amor apasionado implica un estado de activación fisiológica profunda. (Carlson y Hatfield, 1991). Amor apasionado a veces llamado "amor obsesivo", "enamoramiento", es una intensa emoción. Hatfield y Rapson lo definen como “un estado de intenso anhelar por la unión con otro”. El amor apasionado es un complejo funcional que incluye valoraciones o apreciaciones, sentimientos subjetivos, expresiones, patrones de procesos fisiológicos, tendencias de acción y conductas instrumentales (1993, p.596).
El estudio del amor es interesante en sí mismo, pero sin olvidar que lleva asociado un número elevado de emociones. Para Berscheid (1983) en cada fase de una relación aparecen confrontados diferentes desafíos emocionales. Al inicio de una relación se asocian las emociones de alegría, amor romántico y ambivalencia, en el desarrollo y mantenimiento no son infrecuentes las emociones de enojo, odio y desprecio, así como la satisfacción, contento y felicidad, en la fase de disolución de una relación íntima aparece pesar, melancolía y depresión. (Carlson y Hatfield, 1991).
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Celos y el amor
Los celos, íntimamente unido al amor, donde los teóricos, ya desde los tiempos de Aristóteles, han insistido, en que se igualan propiamente al sentimiento de amor/ odio, y son considerados como un tipo perverso de placer (Carlson y Hatfield,1991). Pines y Aronson (1983) han encontrado que los sujetos cuando tienen celos experimentan sentimientos positivos (como “excitación”, “amor”, “sentirse vivo”), así como reacciones negativas (“dolor emocional," "dolor físico," "turbación social"). Paralelamente las personas, también sentían un amplio abanico de emociones cuando alguien tenía celos de ellos, experimentándose ansiedad, felicidad, lástima, enfado, desconcierto, superioridad, victimización, apasionamiento. Se encontraron veintisiete diferentes emociones asociadas con los celos. Así, no obstante, los celos producen más dolor que alegría. Entonces, no es sorprendente, que las personas están a menudo ansiosas por controlar tales sentimientos.
Hatfield y Rapson (1983) estudian el amor no correspondido (de separación), asociado con vacío, ansiedad, o desesperación, sabiendo que el fracaso para adquirir o sostener amor es una experiencia extremadamente dolorosa.
Vulnerables al amor
Nos encontramos también con numerosos estudios que reúnen la suficiente evidencia, sobre la propuesta de que las personas son especialmente vulnerables al amor, cuando sus vidas son agitadas, descubriendo una conexión íntima entre miedo y atracción sexual (Duton y Aron, 1974), horror (White et al., 1981). Por tanto la evidencia sugiere que varios estados de excitación pueden desbordar e influenciar en otros.
Sin entrar en la polémica, de si el amor lleva asociada un número mayor de emociones negativas o positivas. Lo evidente, es que la emoción del amor lleva aparejadas experiencias profundamente gozosas y dolorosas que son fisiológicamente excitantes, con sus correspondientes repercusiones en la salud, sabiendo que muchas de ellas interfieren negativamente en la calidad de vida y salud de quienes “lo sufren”.
Repercusiones en la salud
El amor, como emoción de expresión y represión emocional tiene gran repercusión en la salud por:
1) Las emociones en la pareja: Gary Birchler, Robert Weiss, y John Vincent (1975) y John Gottman y sus colegas (1976) compararon matrimonios que estaban relativamente felices con parejas que se encontraban tristes. Las parejas felices realizaban intercambios positivos: sonreían, asentían y hacían contacto ocular, hablaban de forma suave, delicada, las voces eran felices.
Por el contrario, las parejas apenadas se relacionaban con modelos negativos de interacción. Intentan influenciarse no con palabras suaves sino con quejas y castigos. Se sonreían con desprecio, lloraban, y fruncían el entrecejo, sus voces eran tensas, frías, impacientes, y lastimeras. Se hacían rudos gestos, no se prestaban ninguna atención entre sí. Comprobándose que cuando un compañero empieza a utilizar tales tácticas, el otro comienza a responder de un modo similar y lo que lleva a una subida de aversividad recíproca.
Gottman (2000), nos dice que una pareja emocionalmente inteligente (alexitimia), tiene más posibilidades de ser feliz en su unión, y esta habilidad puede aprenderse, esto puede impedir el divorcio y los importantes problemas de salud que ello conlleva. Gottman (2000), comprobó que los hombres y mujeres felizmente casados mostraban mayor proliferación de glóbulos blancos ante una invasión de agentes externos, demostrando que presentaban una mayor capacidad inmunológica. Por lo tanto, demuestra que un buen matrimonio beneficia la salud y aumenta la longevidad.
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Gracias al trabajo de investigadores como Lois Verbrugge y James House, ambos de la Universidad de Michigan, sabemos ahora que un matrimonio infeliz aumenta en un 35 por ciento las posibilidades de caer enfermo, e incluso acortar su vida en un periodo medio de cuatro años. Por el contrario, las personas felizmente casadas viven más tiempo y disfrutan de mejor salud que las divorciadas o aquellas involucradas en una relación infeliz Gottman (2000, p.18-19).
2) Separación y divorcio: Los procesos de separación y divorcio, también están dando lugar a conflictos lo suficientemente importantes para que aparezca cualquier tipo trastorno de tipo emocional. A pesar de que España sigue estando entre los países europeos con menor tasa de divorcios ( 0.8 por cada 1000 habitantes), lo cierto es que han aumentado casi un 50% en los últimos años según los datos del Instituto Nacional de Estadística.
Uno de los últimos resultados de la encuesta de Fecundidad y Familia, nos dicen que la tendencia a la ruptura va en aumento por el cambio de valores, de estilos de vida y por las nuevas aspiraciones en cuanto a las relaciones conyugales.
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A pesar de que el 67% de los españoles, según un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS, 1995), piensa que un amor debe perdurar toda la vida, de hecho, el 58% afirma buscar una pareja estable porque siente la necesidad de compartir su vida con otra persona.
3) Efectos en los niños: consecuencias negativas relacionadas con el amor, efectos de un mal matrimonio, nos las ofrece Gottman (2000), en un estudio realizado con 63 niños las víctimas inocentes de las desavenencias matrimoniales. Comprobó, en niños en edad preescolar, que aquellos que vivían un ambiente familiar de hostilidad matrimonial sufrían elevados niveles de estrés, en comparación con los otros niños. Se hizo un seguimiento de estos niños hasta la edad de quince años, y presentaban un mayor índice de absentismo escolar, depresión, rechazo a los compañeros, problemas de comportamiento (sobre todo agresión, malas calificaciones e incluso fracaso escolar).
4) Relaciones asimétricas: En este aspecto Jesse Bernard (1973) nos informa de que las mujeres sacrifican más en la relación de pareja que los hombres. Bernard observa la extraña paradoja, de que las mujeres están más ansiosas por casarse, pero que sin embargo en las mujeres casadas aparecen frecuentemente síntomas de dolor psicológico depresiones nerviosas, insomnio, temblores o transpiración de manos, pesadillas, desmayos, dolores de cabeza, vértigo, y palpitaciones de corazón, Los hombres no muestran tanto interés por el matrimonio, a pesar de que la salud mental de los hombres casados, en comparación con la de los solteros, es mejor en términos de supervivencia continuada. Su vida es más ventajosa que las de las mujeres, llegando a tener mejor salud en la edad madura. Lo que nos indica que se están dando relaciones de tipo asimétrico en la relación salud-pareja.
Otro modelo de estas relaciones asimétricas, se puede observar en los efectos negativos, cada vez en mayor número para la salud, en los hombres a causa de la separación matrimonial, que tras el fracaso de una unión, se ven desposeídos de hijos, vivienda y de una parte considerable de su sueldo, dándose cada vez más números de casos de este tipo de injusticia hacia el sexo masculino.
5) Otras consecuencias: las derivadas de los efectos devastadores del amor son los celos sexuales masculinos, que son la causa de toda clase de violencias contra la esposa, de malos tratos físicos y psicológicos (Buss, 1996).
Métodos de estudio desde la psicología emocional para evaluar el amor
Son variados para medir las emociones y se centran en analizar si las parejas son capaces de expresar su sentimiento y entender a su compañero, o las alteraciones psicosomáticas que esta emoción produce y comparar las diferencias desde el punto de vista de cada sexo.
En la revisión bibliográfica se han encontrado un elevado número de escalas para medir el amor o algún componente relacionado con él (Rubin, 1976, Hendrick y Hendrick, 1986;Critelli, 1979; Rubin, 1970; Sternberg, 1987; Hatfield y Sprecher, 1986; Hazan y Shaver, 1987). Siendo los instrumentos más usados para medir el amor las escalas y los cuestionarios (Carreño y Serrano, 1995)
Las escalas de las más utilizadas en investigación psicológica para medir el amor romántico son:
a) La Escala Triangular del Amor (TTLS) (Sternberg, 1987). Esta escala desarrollada por Robert Sternberg, hace énfasis en los tres componentes que para el autor forman el amor: los constructos de intimidad, pasión y compromiso. Van dirigidos a evaluar a la persona con quien se mantiene una relación amorosa. El autoinforme está formado por 45 ítems en total, perteneciendo 15 a cada componente.
b) Escala de Amor y Agrado. (Rubin, 1970). El ítem de esta escala se refiere a opiniones sobre características de la persona amada y a los sentimientos que tiene hacia dicha persona, midiendo los constructos de amor y de agrado. El autoinforme está formado por 13 ítems de la escala de amor y 13 para la escala de agrado.
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Francisca Ros Nicolás
Dra en Psicología